Agencia de Noticias Hawzah – En su discurso con motivo de la ocasión, el líder declaró que "nuestro pueblo celebra el viernes de Rayab en agradecimiento por la bendición de la guía hacia el Islam, que es la mayor de las bendiciones".
En un discurso integral que abarcó múltiples temas interconectados, Sayyed Abdulmalik enfatizó la importancia de una lucha defensiva para preservar la identidad islámica frente a una alianza hegemónica y corruptora occidental-sionista y sus colaboradores regionales.
El líder describió el viernes de Rayab no meramente como un tiempo para la piedad personal, sino como un "hito inspirador" que fortalece al pueblo yemení frente a campañas sistemáticas dirigidas contra su "identidad de fe y afiliación islámica". Presentó la histórica conversión de Yemen al Islam como la transformación definitiva y más sagrada de la nación, estableciendo un vínculo fundamental entre el nacionalismo yemení y la ortodoxia islámica. Esta fusión de fe e identidad nacional fue presentada como la base sobre la que se edifica toda resistencia.
Identificó explícitamente a este "tirano de la época" como una alianza unificada que comprende "los judíos, el sionismo global, Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña, y sus agentes y seguidores". Caracterizó a esta coalición como históricamente sin precedentes en su peligrosidad y opresión, explicando que posee recursos financieros, mediáticos y tecnológicos "sin parangón en la historia de la humanidad".
Estos recursos, agregó, están siendo deliberadamente utilizados como arma para librar una "guerra blanda, satánica, corruptora y extraviadora" con el objetivo final de desangrar a las sociedades islámicas desde dentro. Los objetivos de esta guerra, según el líder, son la propagación generalizada de la decadencia moral (munkarat), la destrucción sistemática de los valores religiosos y éticos, y—lo más crítico—la separación de las poblaciones musulmanas de sus amarras espirituales e intelectuales en el Corán.
Sayyed Abdulmalik advirtió sobre una estrategia de múltiples frentes ejecutada tanto mediante la acción directa del enemigo como mediante la complicidad de "líderes y regímenes clientes". Acusó a gobiernos regionales, señalando notablemente a Arabia Saudita, de colaborar activamente en este proyecto.
Su condena a Arabia Saudita fue particularmente severa, mencionando que su currículo educativo ha sido fundamentalmente comprometido, puesto bajo la influencia de "estándares occidentales, israelíes, estadounidenses" que están efectivamente por encima de la autoridad del Corán. Añadió que esto ha implicado la eliminación de versículos coránicos específicos, la distorsión de significados y la remoción de conceptos centrales como el Yihad de los libros de texto escolares, representando un "golpe catastrófico" para la auténtica identidad de fe.
También señaló a organizaciones no gubernamentales y plataformas mediáticas centradas en la juventud y las mujeres como conductos de "consignas engañosas y atractivas" diseñadas para reclutar a quienes carecen de "inmunidad intelectual y cultural". La meta final de todos estos esfuerzos, afirmó, es crear una "separación psicológica y mental" entre la Ummah musulmana y el Corán, volviendo así a las poblaciones dóciles, "domesticadas" y fácilmente controlables por poderes extranjeros.
En respuesta a esta amenaza existencial, Al-Houtí resucitó y redefinió el concepto del "Yihad en la senda de Dios". Distinguió meticulosamente esto de lo que desestimó como meras versiones "formalistas y distorsionadas" de la acción militar [como Daesh] que en última instancia sirven a los intereses enemigos.
"El Yihad verdadero, en su formulación, es el esfuerzo integral para establecer la ley divina, sostener la verdad y confrontar la tiranía en todas sus formas. Se presenta como la prueba definitiva de la fe sincera y el instrumento esencial para proteger a los oprimidos".
Fuente: Al Masirah
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